La sazón como tradición e integración
Sin duda alguna, el barrio Campohermoso es caracterizado por tener una amplia oferta gastronómica que se concentra sobre todo en la venta de desayunos y almuerzos tradicionales. Pero cada uno de los restaurantes del sector tiene su propio estilo, sabor e historia.
La Lonchería Doña Lola es un lugar que entre el aroma a arepa y chocolate caliente, deja percibir una tradición que tiene 60 años y que ha sobrevivido de manera estable a dos generaciones. Este lugar que vende desayunos y almuerzos tradicionales fue creado por doña Lola Rincón en la década de los 60, en una de las primeras casas que tuvo el barrio.
Después del fallecimiento de Doña Lola, el negocio quedó en manos de sus hijas Liliana y Gladys Pinilla Rincón, a quienes casualmente las conocen como ‘las Lolas”. Liliana Pinilla explica a qué se debe la fama del local: “Fue por mi mamá, porque mi mamá fue una líder de aquí, estuvo en la Junta de Acción Comunal, ayudaba a la iglesia y ayudó a la fundación del Colegio Cooperativo. Nosotras y los Peña somos familias tradicionales de aquí de Campohermoso”.
Esta icónica lonchería tuvo sus inicios en la calle con la venta de gallina, sobrebarriga, masato, chicha y sopa de arroz, hasta que decidieron expandirse hacia adentro de la casa. Ahora abren todos los días desde las 5:30 a.m. hasta las 2:00 p.m. y lo más apetecido son las arepas amarillas y los desayunos tradicionales como tamales y ayacos santandereanos.
“Los clientes, la mayoría son del sector, somos muy agradecidas con el barrio porque nos ha dado para todo y también hay gente que llega por primera vez y luego recomiendan el negocio a otras personas”, explica Liliana Pinilla.
Desde hace varios años, sobre la calle 45, se pueden apreciar diversos lugares para degustar el paladar, sin embargo la tradición gastronómica del barrio se ha expandido tanto que entre las calles y carreras aledañas existen también muchos establecimientos dedicados a la preparación de comida. Como es el caso del Restaurante La 10, un lugar más moderno que busca llegar a públicos diferentes.
El restaurante existía hace 17 años y se dedicaba exclusivamente a la venta de gallina, menudencias, arroz con pollo y pepitoria. Hasta que su actual propietaria Alejandra Salinas lo adquirió hace siete años y quiso darle un cambio de concepto que modificara mucho más que el nombre.
“Yo quise darle como un toque gourmet, entonces empecé a incluir lasañas, costillitas de cerdo, pescados, cazuelas, pastas especiales, arroz trifásico… Y con el tiempo, esos platos se han convertido en el fuerte del restaurante”, comenta Salinas.
La propietaria del Restaurante La 10 reconoce que el éxito de su local no hubiera sido posible sin el excelente grupo de trabajo que la acompaña. Y es que Alejandra no posicionó su negocio solo con un eficaz cerebro, sino también con un generoso corazón, pues desde que inició, le dio la oportunidad a población migrante venezolana, población retornada y colombianos en busca de empleo para trabajar con ella.
“Hay gente que ha pensado que esto es un negocio de venezolanos, porque así como yo trato a cualquier persona, los he tratado a ellos, yo no los veo como empleados, son colaboradores y los trato con cariño”.
La interculturalidad en la sazón es secreto del restaurante y se refleja en la alegría y confianza de sus empleados. Muestra de ello es Xiomary Díaz, oriunda de Venezuela y quien trabaja en el restaurante La 10 los mismos cinco años que lleva de migrar a Colombia. O el caso de Hisalia Pérez, una colombiana que vivió 40 años en el país vecino y retornó hace cinco, de los cuales ha trabajado dos años en La 10.
Xiomary Díaz
Mesera, auxiliar de cocina
Restaurante La 10
“La señora Alejandra me ha acogido, me ha brindado el apoyo y aparte de mí persona ha apoyado a muchísimos más de mis coterráneos, pues yo he trabajado con muchos de ellos. Ella jamás ha tenido discriminación ni le ha importado de dónde venimos”.
Hisalia Pérez
Jefe de cocina
Restaurante La 10
“Me gusta mucho el trato de la jefa, tenemos total libertad de expresión en todo el sentido de la palabra, y doña Aleja siempre le da la oportunidad a los venezolanos, cuando vienen a trabajar, casi siempre hay venezolanas aquí, trabajando de meseras y de ayudantes de cocina”.