¡Bucaramanga, ciudad de todos!
Esta es una crónica escrita por Ashley Gisselle Lobo Meneses, estudiante del grado 7-04 del colegio Santander, después de recibir el taller de ‘contando historias asombrosas’.
Llegaban a la ciudad, provenientes de otro país, personas estresadas y agobiadas por la realidad económica y
social de su lugar de origen. Al llegar a Colombia, estas personas perdieron la
mirada su mismo, pero desconocido, diario vivir. Necesitados de comida, techo, abrigo y compañía, se dedicaban a trabajar informalmente en las calles para lograr suplir sus necesidades más básicas. Pasados los días, esta situación aumentaba en la ciudad, pues a pesar de que no era un problema interno, las calles húmedas, solitarias y cambiantes, recibían personas desamparadas día a día. Al principio, los habitantes de la ciudad tenían cierto rechazo por los nuevos habitantes. Sus corazones aún no asimilaban que eran nuevos vecinos que necesitaban de su ayuda. Poco a poco y con ayuda de los más pequeños, la mentalidad se fue transformando, y Bucaramanga se fue convirtiendo un la ‘ciudad de todos’, pues las personas que habitaban allí comprendieron que todos somos hermanos.
No está mal venir de un lugar diferente, lo que está mal es tratar diferente a quien necesita una mano de ayuda y una palabra de aliento. Los niños, fueron los primeros promotores de la empatía y el cariño por los nuevos amigos y panitas que venían de Venezuela.