“Escuchamos música de mi país para recordar”: Valeria Segovia.
La música es el lenguaje más hablado en la casa de Valeria Segovia, una joven venezolana que llegó a Bucaramanga hace tres años, desde el estado de Aragua. Según la pequeña, en su casa se acostumbra a escuchar la música típica de Venezuela, para no olvidar sus raíces.
“Aquí en mi familia siempre frecuentamos a escuchar ese tipo de música para recordar, y ponernos melancólicos con los momentos que vivimos en Venezuela”.
La cultura de su país, no la deja olvidar ese pedacito de corazón que dejó en Aragua. La cultura es muy importante para Valeria y su familia. Desde pequeña, se crio al ritmo de gaitas y tamboras. Durante las fiestas navideñas, mientras preparaban las hallacas venezolanas, Valeria grababa en su memoria esos ritmos típicos venezolanos, que la acompañan hoy a pesar de la distancia.
«“Extraño todo de mi país, su gente, mis amigos, la comida, soy feliz aquí, pero extraño Venezuela”, agrega. Valeria, se siente orgullosa de todos los artistas que han salido de su país. “Ojalá toda la música de estos tiempos fuera así”.
A sus 13 años, la carismática pequeña, entre risas, admite que ha tenido que vivir situaciones incómodas, en donde ha sido apartada por su país de origen, pero a pesar de eso, nunca ha ocultado su cultura. Dice con orgullo que Aragua, y Venezuela, es el folclor que corre por sus venas. Añora con cariño los días que pasaba en la playa, con tambores como sonido de fondo, bailando con su familia y degustando el sabor de su tierra. “Cuando llegué al colegio, antes de entrar a mi salón escuché algunos compañeros hablando mal de los venezolanos, y me hizo sentir mal, pero decidí demostrarles que los venezolanos tenemos un corazón bueno, y que todos podemos compartir sin hacer diferencias”, agrega.
Un nuevo camino
Valeria disfruta de las artes, su pasión es el dibujo, y además canta. Su familia, conformada por su madre, sus dos hermanos, su abuela y su bisabuela, siguen viviendo día a día la realidad de comenzar un nuevo camino. A pesar de que no ha sido fácil, se aferran al amor que sienten el uno por el otro para continuar. Su madre, una enfermera profesional colombo venezolana, no ha logrado conseguir un puesto de trabajo estable. Su bisabuela, oriunda de Bogotá Colombia, ha inculcado en sus descendientes el amor por Colombia. «Los papás de mi abuela son de Bogotá. Mi bisabuela ha tratado de que nos sintamos cómodos en el país, aunque no ha sido fácil adaptarnos, me gusta esta ciudad», sostiene la niña. Sosteniendo su cuadro de recuerdos, donde su familia acostumbra a enmarcar los momentos especiales que comparten, Valeria añora volver al mar, compartir con su familia, y recorrer Colombia. «Es una promesa que nos hicimos, descubrir los lugares turísticos de Colombia. No hemos podido conocer más que Bucaramanga, y extraño mucho la playa, pero es una promesa que vamos a cumplir», sostiene.
Con una sonrisa en la cara, la bandera de su país plasmada en una gorra, y con el corazón abierto, Valeria concluye con la poderosa frase: “Todos somos panas, todos podemos vivir en paz”.